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  • Foto del escritorAngeles Dugarte

Resiliencia; el por qué.


No me canso, me rindo, me quiero rendir. Traigo tierra en las manos, traigo el cabello revuelto de tanta tormenta de arena. Tengo las rodillas lastimadas. Me duelen. Fue algo muy pequeño para los demás, pero, para mí fue algo mayúsculo, inmenso, como un océano que me ahoga.


Trato de estar en calma, trato de hablar conmigo misma. Escuchar mi voz me ayuda. Ya estoy acostumbrada a esto. Resiliencia le llaman.


Me preguntan qué como, qué tomo, cómo le hago para ser así. Yo solo respondo aprendí a ser así, está en mi naturaleza.


Resiliente es mi palabra. Estuve buscándola desde hace muchos años. Describirme en una sola, y esa no fue la ganadora, esa fue la que me enseño lo que realmente soy.


Porque a los seis años cuando tenía vergüenza y sangre en mi nariz, no le dije a nadie. Nadie nunca se enteró y allí comienzo mi resiliencia sola, sin saber cómo; nadie nunca me enseño. La vergüenza me hizo sentir fuerza.


Porque cuando tenía nueve años y me escondía detrás de aquellas cabañas en la montaña para que nadie me viera y se burlaran de mí, también me pasaba por las venas esa fuerza.


Porque cuando tenía trece y vi a mi papa irse, más que dolor sentí resistencia, ímpetu.


Porque cuando tenía quince años y pensé por primera vez en la posibilidad de morir mirando el abismo desde un 6to piso. Camine por la cornisa, nadie me rescato. Puse mi rodilla y mi puño en el suelo y aunque no sabía cómo lo hacía volvía otra vez a empezar, resiliente. Te aseguro que más de una vez en tu vida estuviste en la misma posición que yo.


Porque cuando tenía dieciocho años y me arrancaron la ropa y yo lloraba inmóvil mirando un gato por la ventana que fue el único testigo. Cuando lloré, y por segunda vez tampoco dije nada. Nadie me ayudó. Fue esa fuerza que todavía no tenía nombre la que me levanto del piso de la regadera y paré de llorar.


Porque cuando a los diecinueve lloré para que no me dejaran. Suplique por amor porque no sabía que pasaba conmigo, porque necesitaba ayuda y adivina… nadie estuvo allí para hacerlo. Solo yo me levanté y llamé tres veces a aquel número. Nunca respondió. Hoy, nueve años más tarde es ese mismo número que me llama todavía, queriendo venir a romper juguetes.


Porque cuando a los veinte me tomé toda una fiesta de pastillas, me di un baño y me despedí de mi cuarto. Nadie estaba allí; esa casa era muy grande y yo estaba sola. Solo sentí como todo se hacía calmo y cuando me desperté en un hospital, veía todo en cámara lenta. Me vi a mi misma sosteniendo mi mano con la cara hinchada de llorarme.


Y los años posteriores cuando soporte el maltrato, que me aventaran contra las paredes y me llamaran puta. Me veía a mí, de pequeñita, sentada sobre la cama. Mirando con atención como me lastimaban. ¡Solo yo estuve ahí para decir BASTA!


Cuando la vida se me partió en dos hace un año porque me quedé vestida de novia. O cuando hace siete meses me dijeron que Miranda no iba a existir y que era muy probable yo nunca sería mamá. Nadie me sostuvo entre sus brazos y dolió mucho y lo escribo y lloro porque sigue doliendo. Pero nadie estuvo allí. Solo yo con Miranda en mi corazón, despidiéndome de alguien que jamás existió.


Porque hace tres meses cuando me dijeron eres TLP yo sola busqué que significaba serlo y entendí mi vida completa en 20 minutos. Ese día me llame resiliente. Ese día lloré porque era libre.


Ese día entendí que, aunque nadie estuvo, siempre estuve yo. Y que eso que me corría por las venas se llamaba resiliencia. La fuerza para superar adversidades, sobreponerte ante ellas y con la cara levantada darle frente a la vida como un guerrero.


Porque guerrero es el que decide no dejarse comer por el parásito de su mente, sino, que todos los días busca ganar la batalla, no siempre es posible y la resiliencia está en no sentirte culpable, en no sentir que no pudiste o que retrocediste un paso. Si venías tan bien ¿qué pasó? Simplemente esa batalla no la ganaste, pero la guerra está todavía por vencerse. Por eso eres un valiente, por eso eres un guerrero.


Cuando me preguntan por qué estoy haciendo todo esto respondo hoy: porque yo sé lo que es que algo te duela, pero no que algo te sufra, porque también sé cómo levantarme. Como no rendirme.


Te cuento un secreto, todos los humanos tenemos la capacidad de hacerlo, tenemos la capacidad de poder CON CUALQUIER CIRCUNSTANCIA QUE SE NOS PONGA EN FRENTE. Y sacar de la adversidad un plus. Y salir ganando de los momentos difíciles con un aprendizaje y dejas de temerle a las situaciones de problemas, a los conflictos, al vacío porque entiendes que tiene una función, un propósito.


Les comparto lo más sucio de mi vida y desde tu resiliencia no sentirás pena, sino, empatía. Mi pasado no me avergüenza. Ya hice las paces con él (eso también forma parte de la resiliencia). Hice las paces con las cosas del cielo y de la tierra. Solo quiero que vayas ahora con lágrimas en tus ojos y escribe tu vida y el aprendizaje que te ha dejado cada experiencia y te darás cuenta de que tú y yo somos lo mismo, con diferentes experiencias. Tu y yo somos la fragilidad del ser y la fortaleza de la vida. Tu y yo somos guerreros, vencedores… resilientes.




Con todo mi amor; fue lo más sincero que escribí en toda mi vida.

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